Durante el período helenístico -iniciado con el fallecimiento de Alejandro Magno, en que la cultura griega se expandió por todo el Mediterráneo oriental-, las figuras adquirieron un mayor dinamismo y torsión del movimiento, que denotaba sentimientos exacerbados y expresiones trágicas, rompiendo el sereno equilibrio de la época clásica. El arte japonés ha estado marcado por su insularidad, aunque a intervalos ha ido recibiendo la influencia de las civilizaciones continentales, sobre todo de China y Corea.