Con posterioridad, la escultura griega perdió en cierta forma esa unión entre lo físico y lo ideal, encaminándose a figuras más esbeltas y musculosas, donde predominaba la acción por sobre la expresión moral. Praxíteles diseñó figuras más humanas (Apolo Sauróctono, 360 a. C.; Sátiro escanciador, 365 a. C.; Hermes y Dioniso niño, 340 a. Gran amante del arte -solía visitar a menudo el Museo del Prado-, realizó versiones de muchas obras de Velázquez o Rembrandt.