El martirio de san Felipe (1639), de José de Ribera, Museo del Prado, Madrid. En Bélgica, Félicien Rops también se inspiró en el mundo de lo fantástico y lo sobrenatural, con inclinación hacia lo satánico y las referencias a la muerte, con un erotismo que refleja el aspecto oscuro y pervertido del amor: Los diablos fríos (1860), Las tentaciones de San Antonio (1878), Pornokrates (1878), El sacrificio (1882). Jean Delville estaba interesado por el ocultismo, mostrando en su obra obsesiones secretas, donde sus figuras son una mezcla de carne y espíritu: El ídolo de la perversidad (1891), Los tesoros de Satán (1895), La escuela de Platón (1898), El amor de las almas (1900). En escultura, George Minne fue autor de la Fuente con jóvenes arrodillados (1898-1906), donde la misma figura de joven desnudo se repite cinco veces rodeando un estanque, como Narciso contemplando su imagen reflejada en el agua, conduciendo la mirada hacia el espacio interior en busca de la solución a la angustia que reflejan.
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